Ayer Amaia y yo estuvimos visitando la primera Feria Internacional del Vino Ecológico, FIVE, en el Baluarte de Iruña.
Aunque al evento le han llamado feria (término tan profusamente utilizado que se ha desvirtuado su significado), se trataba más bien de un encuentro entre bodegas e importadores y distribuidores de vino.
Cada bodega disponía de una pequeña mesa en la que presentaban sus vinos y estaban colocadas una junto a la otra formando una U. Los visitantes, profesionales del mundo del vino debidamente acreditados, disponían de un catálogo-cuaderno con la información de producto de cada bodega y con un espacio para anotar sus comentarios y opiniones.
Saludamos entre otros a Angela Sabalza, responsable de promoción del Cpaen, a Luis Manuel Carcar de Bodegas Bagordi, a Txus Macías de Aroa Bodegas, y a Ignacio Bidegain, gerente de aen y el artífice de FIVE, al que felicitamos por el éxito del evento.
Todos coincidían en que el éxito se debía a la implicación y al apoyo de todos los operadores privados e institucionales relacionados con la economía y en este caso, con el vino: gobiernos, alcaldía, asociaciones de empresarios, cámaras de comercio, instituciones para la promoción de la gastronomía, medios de comunicación, etc.
Un amigo con el que estuvimos charlando nos dijo que en su opinión otro factor de éxito era que el evento se había diseñado y dimensionado correctamente para una primera edición y para el tipo de bodega al que se dirigía. Y creo que tiene mucha razón (reconozco que alguien que trabaja aquí en Ficoba lleva tiempo diciendonos lo mismo). Los organizadores de eventos nos empeñamos muchas veces en lanzar eventos con grandes números desde la primera edición y no nos damos cuenta de lo importante que es ir creciendo poco a poco a la vez que vamos adquiriendo experiencia y control. De manera sostenible.
Espero que FIVE termine tan bien como ha empezado y que la siguiente edición se organice con los mismos ingredientes: consenso y sentido común.
Aunque al evento le han llamado feria (término tan profusamente utilizado que se ha desvirtuado su significado), se trataba más bien de un encuentro entre bodegas e importadores y distribuidores de vino.
Cada bodega disponía de una pequeña mesa en la que presentaban sus vinos y estaban colocadas una junto a la otra formando una U. Los visitantes, profesionales del mundo del vino debidamente acreditados, disponían de un catálogo-cuaderno con la información de producto de cada bodega y con un espacio para anotar sus comentarios y opiniones.
Saludamos entre otros a Angela Sabalza, responsable de promoción del Cpaen, a Luis Manuel Carcar de Bodegas Bagordi, a Txus Macías de Aroa Bodegas, y a Ignacio Bidegain, gerente de aen y el artífice de FIVE, al que felicitamos por el éxito del evento.
Todos coincidían en que el éxito se debía a la implicación y al apoyo de todos los operadores privados e institucionales relacionados con la economía y en este caso, con el vino: gobiernos, alcaldía, asociaciones de empresarios, cámaras de comercio, instituciones para la promoción de la gastronomía, medios de comunicación, etc.
Un amigo con el que estuvimos charlando nos dijo que en su opinión otro factor de éxito era que el evento se había diseñado y dimensionado correctamente para una primera edición y para el tipo de bodega al que se dirigía. Y creo que tiene mucha razón (reconozco que alguien que trabaja aquí en Ficoba lleva tiempo diciendonos lo mismo). Los organizadores de eventos nos empeñamos muchas veces en lanzar eventos con grandes números desde la primera edición y no nos damos cuenta de lo importante que es ir creciendo poco a poco a la vez que vamos adquiriendo experiencia y control. De manera sostenible.
Espero que FIVE termine tan bien como ha empezado y que la siguiente edición se organice con los mismos ingredientes: consenso y sentido común.
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