Siempre me he preguntado qué es “un marrón”, ya que estoy segura de que cada uno tiene su propia definición y será dificil encontrar dos opiniones iguales.
Yo creo que en el trabajo, hay tareas agradables y otras menos agradables, pero que forman parte de nuestras funciones y por lo tanto, no deben ser consideradas un marrón. En todas las empresas por las que he pasado me he encontrado a compañeros que invariablemente me decían “me ha tocado un marrón increíble”, cuando lo que tenían que hacer es cumplir con una de las tareas atribuidas a su puesto de trabajo.
Para mí un marrón no forma parte de tus tareas habituales, es algo que te toca hacer de rebote, inesperadamente, en un plazo insuficiente y que además, no te gusta y/o no sabes hacer.
Esta última parte es importante: una tarea inesperada, que nos llega de rebote pero que nos encanta, no es un marrón, es una “oportunidad única”.
El factor tiempo también es decisivo: si dispones de tiempo suficiente para aprender y para poder llevarlo a cabo poco a poco, se convierte en una tarea más de las que realizas regularmente, y ya no es un marrón.
Nótese además que los marrones “caen”, se “endosan”, se “colocan” ó nos “tocan”, siempre de una manera pasiva, no nos hacemos con ellos por propia iniciativa.
Quizá haya una última condición indispensable para que un marrón sea un marrón: que no puedas negarte a hacerlo ó solucionarlo. Esto es también importante, porque muchos marrones llegan hasta nosotros porque otras personas se han negado a realizar esas tareas (afortunados ellos que sí se han podido negar).
A mi generalmente, no me llegan marrones. Ahora eso sí, tareas que no me gustan tengo unas cuantas.
Yo creo que en el trabajo, hay tareas agradables y otras menos agradables, pero que forman parte de nuestras funciones y por lo tanto, no deben ser consideradas un marrón. En todas las empresas por las que he pasado me he encontrado a compañeros que invariablemente me decían “me ha tocado un marrón increíble”, cuando lo que tenían que hacer es cumplir con una de las tareas atribuidas a su puesto de trabajo.
Para mí un marrón no forma parte de tus tareas habituales, es algo que te toca hacer de rebote, inesperadamente, en un plazo insuficiente y que además, no te gusta y/o no sabes hacer.
Esta última parte es importante: una tarea inesperada, que nos llega de rebote pero que nos encanta, no es un marrón, es una “oportunidad única”.
El factor tiempo también es decisivo: si dispones de tiempo suficiente para aprender y para poder llevarlo a cabo poco a poco, se convierte en una tarea más de las que realizas regularmente, y ya no es un marrón.
Nótese además que los marrones “caen”, se “endosan”, se “colocan” ó nos “tocan”, siempre de una manera pasiva, no nos hacemos con ellos por propia iniciativa.
Quizá haya una última condición indispensable para que un marrón sea un marrón: que no puedas negarte a hacerlo ó solucionarlo. Esto es también importante, porque muchos marrones llegan hasta nosotros porque otras personas se han negado a realizar esas tareas (afortunados ellos que sí se han podido negar).
A mi generalmente, no me llegan marrones. Ahora eso sí, tareas que no me gustan tengo unas cuantas.
La frecuencia con la que una persona piensa que le han endosado un marrón aumenta cuando:
ResponderEliminar1) no están bien definidas las funciones del puesto o, aunque lo estén, éstas no han sido bien transmitidas por los jefes.
2) alguien que estando acostumbrado a un trabajo muy encasillado en una multinacional, llega a una PYME y le cuesta asumir la importancia de la polivalencia de los puestos de trabajo, es decir, que aunque los puestos y las funciones estén bien definidos y transmitidos, no entienden que según las prioridades de cada momento, echar una mano en otro departamento en también una función adherida a su puesto.
3) …
Todos estos casos son muchas veces fruto de la incomunicación o fruto de pensar que los demás deben de ver, percibir y entender las cosas igual que lo hacemos nosotros.
La solución es simple pero no por eso fácil. La solución es hablar y aclarar. La solución a veces pasa por decir “NO”, otras veces por decir “tienes razón, no me había dado cuenta”, o simplemente, para iniciar la conversación, no hay más que comenzar por un “hablemos”.
Amaia, los marrones existen, no sólo son imaginación del enmarronado...
ResponderEliminarYa sabes el "hot potatoes" de toda la vida que se lo endosas al que más rabia te de. Y no le alivia nada que le comuniques que en realidad no le esta quemando la mano la patata, sino que es su imaginación.
Marrones, haberlos ailos...
Totalmente de acuerdo, Ander, los marrones existen. Y ya se sabe: el enmarronado que desenmarrone el marrón en el que está enmarronado, buen desenmarronador será. O algo así...
ResponderEliminarClaro que los marrones existen. El problema suele surgir cuando no se asumen los marrones y también cuando éstos se asumen pero por dentro uno interpreta que el marrón corresponde a otro. Del este segundo caso pueden surgir rencores y malos rollos que tarde o temprano salen de algún modo. Yo hablo de todos estos casos. Ah! Un viva por los desenmarronadores!!
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