Primero, comentar que el “Valle inquietante” no se trata de ninguna depresión geográfica misteriosa ni del título de una película americana donde un grupo de adolescentes se deja masacrar, no. Eso sí, muy pocos consiguen atravesarla con éxito…
A principios de los 70, un investigador en robótica japonés se detuvo a observar como variaba la empatía de las personas hacia los robots con una cada vez mayor apariencia humana. Descubrió que conforme la cara (o la forma) de un robot va mejorando en sus rasgos humanos nuestra empatía aumenta hasta un punto dado en que, bruscamente, nos produce un rechazo absoluto.
La interpretación científica más común es que con una representación básica del rostro humano, tendemos a resaltar los puntos mas humanos del objeto produciéndose la empatía, sin embargo, cuando ese rostro va perfeccionando sus rasgos humanos resaltamos más sus defectos hasta un punto en el que esa imitación nos produce rechazo.
Todo esto para llegar a nuestros vídeos. Somos conscientes de nuestras limitaciones: financieras, técnicas, intelectuales,…. Por lo tanto no podemos pretender realizar obras maestras visuales, y si lo intentáramos nos precipitaríamos inexorablemente por el “Valle inquietante”; no resultarían creíbles.
Nuestros vídeos no pretenden ser imitaciones de los elaborados spots que con buenos expertos y medios suficientes se realizan en las clásicas campañas de publicidad. No. Lo que pretendemos es que desde la evidencia visual de nuestras grandes limitaciones, resalte nuestra fortaleza: la naturalidad y sinceridad.
Al fin y al cabo, de lo que trataba el trabajo del estudioso japones es que aparentar eficazmente lo que uno no es, sólo está al alcance de un genio de la imitación, y todos sabemos que los genios existen pero…
jueves, 15 de octubre de 2009
Cuidado con el "Valle inquietante"
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